miércoles, 20 de junio de 2012

El Síndrome de Virginia Hanglin

Cuando hay tareas que cumplir, hasta ella es una buena opción

Ante todo,estamos para dar  un servicio. Claro, porque estamos en la era del servicio, todas las compañías quieren ofrecernos más y mejores beneficios y oportunidades. Se supone que el sector del servicio es el que más crece, el más rentable; así que ¡sumémonos y brindemos el primordial servicio de informar y divulgar!

Siguiendo el tono de la época, aunque quienes me conocen saben que no puedo seguir el tono de absolutamente nada, paso a iluminarlos una vez más con un síndrome que estoy segura experimentaron y no pudieron identificar claramente. Esto por supuesto, involucra una vez más a mi hermana mayor, Lala.

Hace muchos años, mi hermana era una principiante estudiante universitaria.  La carrera desu elección será preservada para no corroer su integridad profesional. El tema es que para no dispersarse y poder estudiar, se encerraba horas en el cuarto denuestra madre, haciendo apariciones esporádicas cada 3 ó 4 horas para tomar un mate o interactuar con otros seres humanos. Entiendo que todos quienes atravesamos por la experiencia universitaria o convivimos con un estudiante alguna vez,  conocemos ese semblante verdoso, acompañado por unas ojeras en  tonos violáceos. También se le suman a la caracterización del estudiante pantalones pijama/jogging  manchados con indescriptibles sustancias, mayormente provenientes de comida. Así solía presentarse mi hermana en el living o cocina de casa en esa época.

Una mañana,  Lala había salido de su bunker deestudio para cambiar el agua del mate por que se había enfriado la pava (mi mamá no cree en los termos, por eso nunca tuvimos uno) y de repente la encuentro petrificada frente al televisor, con la mirada fija, inmersa en la imagen que le brindaba ese aparato. Por supuesto, al ver el interés  con que lo observaba,  me puse a mirar también, pero para mi sorpresa vi que mi hermana mayor, mi referente indiscutible, se había quedado 25 minutos parada inmóvil, mirando el programa de cable de Virginia Hanglin,  la hermana mucho menos popular del célebre Rolando, solo por su afición al nudismo en la década del 90. El programa estaba en uno de esos canales entre los de aire y los de deporte, esos que cambian de nombre y de contenido casi cada 3 meses. Y sí, por supuesto,  había un potus en la “escenografía” , donde también abundaba el mobiliario de mimbre.

La miré asombrada y le pregunté “¿Qué haces?”.  Me miró y me dio su más sincero “NO SÉ, pero cualquier cosa es mejor que volver ahí”, dijo, señalando el cuarto de mamá.
Como todo hecho científico, fue comprobado en reiteradas ocasiones por distintos estudiantes. Particularmente en mí, se manifestó con lecturas incomprensibles de artículos poco interesantes de la revista de Clarín del domingo anterior, o en el enfrascamiento en algún episodio de Scooby Doo, cuando siempre se conoce que el fantasma no existe y es un resentido empleado o un sobrino malvado que quiere espantar a la gente para llevar adelante su plan.

Para concluir, entendemos que el Síndrome de Virginia Hanglin es aquel que te involucra en cualquier tipo de actividad, generalmente contemplativa, que te aleja de lo que deberías estar haciendo. O sea, lo que Poe llamó más elegantemente The Imp of the Perverse.  Claro, luego, mucho más tarde, descubrimos la palabra “procrastinar”.


viernes, 15 de junio de 2012

La Chica del Dragón Tatuado


La película la dirigió alguien que dirigía videoclips, lo cual es obvio desde la apertura y  nos puede dar una pista sobre por que todo empieza y termina medio de golpe.

Todo pasa en Suecia, suelo patrio de ABBA, Roxette y Ace of Base, y muchas, sorprendentemente muchas bandas de trash metal. Suecia toda esta llena de consonantes  y de frio.  Los periódicos claramente no tienen mucho que contar, puesto que no tienen más que dos hojas, cual aviso dominical.

La historia es sobre un periodista bajito que es contratado, luego de caer en desgracia judicial  y robarle la novia a Forrest  Gump, para resolver un misterio que el irreconocible capitán Von Trapp le plantea. Una desaparición/crimen inexplicable,  que no puede resolver sin la ayuda de Lisbeth, una Emo que come cajita feliz.  ¿Por qué?  Porque eso hacen lo Emos; comen poco y coleccionan porquerías. Lisbeth la pasa mal, siempre. La violan, la estafan con su propio dinero, etc.
Pero de golpe,  al trabajar junto al periodista bajito se humaniza y ¡hasta hace el desayuno después de una noche de sexo!

Finalmente resuelven el misterio,  vuelven a la locación de origen, donde el frío es menos polar ártico y solo frío intenso. Ella se reconoce amiga del periodista y lo ayuda a limpiar su reputación, peroooo cuando él vuelve con su novia de toda la vida, aquella que le robó a Forrest Gump, Lisbeth se enoja y tira el regalito que le había comprado-  corrección: que había mandado a confeccionar especialmente.  Entonces me pregunto, ¿en que quedamos? ¿Ella no era una chica dura? ¿No se bancaba las peores vejaciones y combatía el abuso masculino hacia el genero? ¿Y la vence ésto?  Porque la cara del final es la de una chica vencida  que fue a llevar un regalo a un sujeto que se  va  con otra.
No me parece;  lo cual nos deja como moraleja que te podés bancar lo peor y seguir, podés ser brillante en tu trabajo, pero eso sí, si te gusta alguien que prefiere estar con otra, se acabó el mundo.

martes, 5 de junio de 2012

El Síndrome de Marty Mc Fly (o Teorema de la Pastilla del Baño)


Algunas personas se quedan en el camino-  y la verdad, nos cuesta parar e ir a recogerlas en esta ardua e inconsistentemente larga odisea que es la vida. Ya sea por falta de tiempo, paciencia o simplemente una ausencia de afinidad, permitimos que ciertas personas desaparezcan gradualmente o se desvanezcan hasta que su presencia no sea más que una huella traslúcida en una foto- como Marty Mc Fly. Todos vimos Volver al Futuro, y todos estamos familiarizados con la cantidad de malabares que hace Marty Mc Fly para impedir que su propia imagen desaparezca de una foto. Cuando ciertas personas en nuestra vida desaparecen, podemos decir que padecen del síndrome de Marty Mc Fly. Igualmente, desvanecerse en el tiempo no es el único síntoma de este síndrome. También tiene que existir una reluctancia de nuestra parte a querer traer a esta persona de nuevo a nuestras sinsentido existencias. Si nos encontramos pensando en esa persona desaparecida y a continuación hilamos estas cavilaciones, estamos ante un claro Marty Mc Fly
  • ¿Para què, si al final siempre fue una pesada?
  • ¡Me da mucha fiaca marcar ese número!
  • Tenia mal aliento
  • Espero que si aparece, no tenga puestos esos zapatos.
  • No me banco cómo pestañea
En estos casos, claramente, nosotros no estamos en condiciones de querer viajar al pasado para resolver la presencia fortuita de tal o cual en nuestras vidas. Por lo tanto, sólo dejamos que esta persona desaparezca.
Otra vertiente teórica que estudia el tema de la desaparición de gente por negligencia propia es la escuela fundadora del teorema de la Pastilla del Baño. A saber: la pastilla del baño es un elemento que pende de un gancho plástico desde el borde del inodoro hacia adentro. Según se efectúan las descargas, la pastilla va perdiendo grosor y, muy disimuladamente, casi de repente para el ojo humano, sólo el gancho plástico pende inerte. La pastilla desapareció. No hacemos nada. El gancho solo no molesta.- ¿Para qué sacarlo? ¿Quién sabe?, la pastilla podría volver. No tenemos nada de ganas de cambiar la pastilla, aunque el baño olía mejor cuando reinaba en el inodoro. Sin embargo, todos podemos vivir sin la pastilla del baño y llevar una vida plena. Entonces, ¿para qué me voy a molestar en cambiarla? No hace falta aclarar cuál es la alegoría que presenta este teorema. Piénselo bien. Hay gente que sobra en su vida. Yo digo: FLUSH!