jueves, 21 de febrero de 2013

I don't Practise Santería





Una vez más, la Iglesia Católica nos da motivo de burla y consecuente risa. Después de la (inesperada? Irresponsable? Apócrifa? Satánica?) renuncia de su (la de ellos) ex santidad, el Papa Ratzinger (el Papa Nazi), la dura carga recae sobre los que quedan en la retrógrada institución para ver cómo se sacan los ojos los unos a los otros y se quedan con el trono Papal.
         Ahora bien, parece ser que para ser Papa hay que jurar quedarse hasta la muerte, y “no bajarse de la cruz”. Un panorama realmente alentador. Este Papa, dejó la cruz en pleno hundimiento y entonces descargó una desgracia desconocida aún sobre la Santa Sede, porque supuestamente eso no estaba permitido. Debe haber grandes agitamientos de sotana por aquellos lados. Paso seguido: se evalúan los candidatos. Y ¿saben qué? Uno es negro.
         Si usted no tiene otra cosa qué hacer, se puede referir al libro del Apocalipsis con respecto a esto. Si no, si está muy apurado, se lo contamos nosotros. Parece ser que en la Biblia, al final (“Es toda buena”), dicen que se viene el fin del mundo cuando asuma una Papa negro. Literalmente o metafóricamente. Preferimos analizar todo de modo literal. Muchos confundieron roles y apresuraron su suicidio cuando asumió Obama. Pero esta vez, estamos hablando del puesto correcto. Si los chupacirios del Vaticano saben algo, es lo que está escrito en la Biblia. Si están al tanto de esta profecía, ¿van a elegir al negro? O sea, todo bien con las razas, todas, pero ¿Tantas ganas tienen de tentar al destino?
O es eso, o van a demostrar que  otra equivocada profecía eclesiástica fracasó.

miércoles, 13 de febrero de 2013

Hojaldre o galleta




La gente, esa clasificable masa humana en la que estamos todos incluidos.
La gente nunca somos nosotros, siempre son los otros hasta que en la imparable compulsión de clasificar todo y a todos, inevitablemente tenemos que hacer una división entre  la gente que es así y la gente como nosotros (evitando cuidadosamente las palabras “gente como uno” muy políticamente incorrecta en esta época).
Dándole continuidad al término masa, yo particularmente clasifico a la gente, así con lo horrible que suena, en tipos de masa. A saber:

Hay gente que es un hojaldre francés, el difícil, el más rico, el que se admira. El hojaldre francés se hace con paciencia y con tiempo, con prolijidad y dedicación. Para hacer un hojaldre de verdad hay que tener tiempo para lograr esas finísimas capas; hay que hacer el empaste darle una vuelta simple y guardarlo  en la heladera y esperar para  después sacarlo  y  darle una vuelta doble (sobre sí mismo). Como resultado de un largo proceso obtenemos  un hojaldre complejo, con vueltas, con capas para disfrutar, irónicamente el hojaldre francés es el más frágil y delicado. Hay que tratarlo con extremo cuidado.

Hay gente en cambio que es una galleta, simple, sin vueltas, es lo que ves y no esconde capas ni tienen un gran trabajo detrás más que estirar y cortar. Ellas por sí mismas no son una gran obra de la pastelería, tienen valor por lo que se les pone encima: un queso, un mermelada, etc.
Son nobles, predecibles y confiables. Fácilmente adaptables a cualquier comida, acompañan bien cualquier plato.

La pregunta es ¿cuántas galletas y cuantos hojaldres conocemos? ¿Qué preferimos? Y nosotros ¿qué creemos que somos?