La gente,
esa clasificable masa humana en la que estamos todos incluidos.
La gente
nunca somos nosotros, siempre son los otros hasta que en la imparable
compulsión de clasificar todo y a todos, inevitablemente tenemos que hacer una división
entre la gente que es así y la gente
como nosotros (evitando cuidadosamente las palabras “gente como uno” muy
políticamente incorrecta en esta época).
Dándole
continuidad al término masa, yo particularmente clasifico a la gente, así con
lo horrible que suena, en tipos de masa. A saber:
Hay gente
que es un hojaldre francés, el difícil, el más rico, el que se admira. El
hojaldre francés se hace con paciencia y con tiempo, con prolijidad y
dedicación. Para hacer un hojaldre de verdad hay que tener tiempo para lograr
esas finísimas capas; hay que hacer el empaste darle una vuelta simple y
guardarlo en la heladera y esperar
para después sacarlo y
darle una vuelta doble (sobre sí mismo). Como resultado de un largo
proceso obtenemos un hojaldre complejo,
con vueltas, con capas para disfrutar, irónicamente el hojaldre francés es el
más frágil y delicado. Hay que tratarlo con extremo cuidado.
Hay gente
en cambio que es una galleta, simple, sin vueltas, es lo que ves y no esconde
capas ni tienen un gran trabajo detrás más que estirar y cortar. Ellas por sí
mismas no son una gran obra de la pastelería, tienen valor por lo que se les
pone encima: un queso, un mermelada, etc.
Son nobles,
predecibles y confiables. Fácilmente adaptables a cualquier comida, acompañan
bien cualquier plato.
La pregunta
es ¿cuántas galletas y cuantos hojaldres conocemos? ¿Qué preferimos? Y nosotros
¿qué creemos que somos?
¿Y cuál de los dos guarda las mayores desventajas socialmente hablando? Yo creo que el hojaldre GEDE a la larga, con sus vueltas imponderables.
ResponderEliminarLa galleta (naipe)aburre, pero es predecible.
Pero hay cada NAIPE de hojaldre, con vueltas estúpidas, you'd be surprised.
Creo que ninguno es mejor que el otro. Son los dos malos.
Me pronuncio hojaldre.
y las galletitas rellenas? ojo...
ResponderEliminarpor otro lado, hablando de galletitas, para cuándo una disertación sobre los sapos que nos comismos en la infancia, abrir la lata de galletitas y enterarnos que es el costurero de la abuela por ejemplo