lunes, 30 de abril de 2012

Qué es un Póster?

En los noventas, en un cuarto había pósters. ¿Por qué? Porque el cuarto de uno era una declaración de la personalidad. El colgar o pegar pósters era un lenguaje que se debía decodificar para conocer a una persona nueva. De hecho, entrar al cuarto de alguien era entrar a una parte de su cerebro. 

A continuación una guía práctica del lenguaje de los pósters. 
Si se trata de una niña, tener un póster de una banda de rock te hacía osada. Porque eso implicaba haber ido al puesto de diarios y pedirle al diariero una Generación X o 13/20. No intenten buscarlas, ya no se editan. 
También reinaba en la habitación de una niña un póster del ídolo juvenil carilindo, que se extraía de la revista Chicas. Para mí, todo era Axl, por lo tanto, mi ídolo juvenil y mi banda peligrosa convergían en su barba pelirroja y sus calzas con flores.

Ahora bien, pósters de Luis Miguel o cualquier otro cantante edulcorado, latino y en alza te revelaban como una ñoña. Sin vueltas. Si el homenajeado era un actorcillo de Beverly Hills, tal vez que tu reputación no era tan desastrosa. 

Para los sujetos, un póster de una banda de rock era lo mínimo indispensable para considerarlo sujeto. Si no había pósters en ese cuarto, había que huir! También era de esperar que el sujeto colgara pósters de su equipo de preferencia en el soccer balonpié, o, en menor medida, de deportistas de otras disciplinas que no interesan. Un póster de sujetas en paños menores desalentaba. En la pubertad, nadie está preparada para competir con Kim Bassinger. 

Ahora, si un sujeto regalaba un póster, eso era amor verdadero: tan verdadero como sólo se da en la adolescencia. Si te convocaba a tomar decisiones sobre lugar y sentido de los pósters de su cuarto, el acto constituía un compromiso aún mayor.

Los pósters eran los gritos que no les podías gritar a nadie porque no daba. En mi caso personal, además de Axl por todos lados, en mi cuarto estaban Kurt Cobain y Billy Corgan. Y una veintena de letras manuscritas de canciones que reflejaban mi situación tapando los lugares libres entre pósters y empapelado.
Mi teoría personal es que ya no existen pósters en los cuartos de los jóvenes porque existen los espacios virtuales. Esos perfiles, decorados y adornados con frases o fotos personalizadas, han desplazado a los pósters. Entonces, los cuartos de los jóvenes hoy (no que los recorra mucho, pero hay cosas que se saben) se disponen desprovistos de pósters, con paredes desnudas. ¿De quién es este cuarto? Podría ser el de cualquiera. ¡No despersonalice su cuarto! ¡Cuelgue un póster!

jueves, 26 de abril de 2012

El síndrome de Luisa Albinoni


Luisa conservó su peinado insignia a través de las decadas
Luisa Albinoni es una actriz cuya popularidad tocó su pico máximo promediando los años ochenta.
Solía participar en películas de Olmedo y Porcel y en diversas creaciones de Hugo Sofovich; esto nos da un parámetro de su talento y trayectoria. Pero este no es el tema que nos ocupa en esta ocasión.
Luisa tenía un peinado de lo más peculiar, una suerte de afro rubio platinado, casi blanco.
Hace unos pocos años, haciendo zapping  con mi hermana,  Lala, nos topamos con un programa de cable, donde entrevistaban a  Luisa y para nuestra sorpresa descubrimos que había mantenido su peinado insignia durante las dos décadas posteriores a su pico de popularidad.
Esto no escapó a nuestra atención,  y comentamos como Luisa “se mantenía bien” y con el mismo peinado.
Días después, Lala y yo caminábamos por la calle y nos topamos con una antigua compañera de colegio suya.
La chica, ahora una treintañera hecha y derecha de nombre Natalia, como la mayoría  de las compañeras de Lala se llamaban, portaba orgullosa el mismo peinado de la época del secundario.  La saludamos cordialmente y una vez que nos alejamos lo suficiente  procedimos a comentar sobre cómo la habían tratado los años  a lo cual mi hermana sentenció “padece un claro síndrome de Lusia Albinoni”. No hizo falta que me explique nada, lo comprendí al momento.
Para quienes no están familiarizados con la condición, el síndrome de Luisa Albinoni es padecido por toda persona que se aferra a su peinado de la juventud, aquel que supo ser su sello característico, o aquel con el que se sintieron jóvenes, cancheros, o sexys.
Es un síndrome común entre estrellas musicales sin importar el género y tías de toda índole.
Mí tía  lo padece. Gene Simmons lo padece. ¿Lo padece usted o alguno de sus conocidos? ¡Infórmese! El síndrome de Luisa Albinoni está entre nosotros.

martes, 24 de abril de 2012

Doctora...?

Esto prueba lo mala que es la producción de algunas estaciones radiales. Y es una anécdota verdadera.
Sábado. Ocho de la mañana. Yago, fallecida hace pocas horas, después de una noche ajetreada. Los vestigios de la noche del viernes, desmayados, a mi lado. El enano que te martila la cabeza cuando tenés resaca todavía no se había despertado.
Suena el teléfono.
El de línea.
Tengo el sueño muy liviano.
O me quieren vender algo.
O es equivocado.
Hasta mi madre sabe que no me tiene que llamar a esas horas.
Por razones que aún no logro precisar, como mucho de lo que queda indeterminado en esta historia, atiendo.
- ...
- ¡Buenos días! Hablo de la Radio .... Hablo con la Doctora Karina Cicero?
(Mi razonamiento: A ver, ¿Qué diferencia hay entre Licenciada y Doctora? ¿100 Páginas? )
- Sí- respondí, halagada, con tono ascedente, que supralinguísticamente urge al interlocutor que informe el origen de semejante pregunta.
- Es para hacerle una entrevista. ¿A qué hora podríamos hacerla?
-  Ehh.. (¿A mí? ¿Una entrevista de qué? ¿Qué radioescuchas pueden querer radioescucharme?)
- El programa termina a las 10 de la mañana, así que tendría que ser antes de esa hora.
No sabía qué contestar. Todo el tiempo pensaba que era una broma de mi primo mayor. Entonces, dije lo que me salio.
- No, hoy no llego.
Y con eso, me deshice de la llamada y su posterior compromiso, eternamente erróneo. Evidentemente, colgando el teléfono borré de mi mente todo recuerdo de esta llamada.
Seguí durmiendo. Me desperté. Los vestigios se despidieron amablemente. Pasó el sábado. Llegó el domingo. Fui a visitar a mi papá.
Como dato curioso me comenta:
- ¿Viste que hay una jueza que tiene tu nombre?
Ahí vi todo- como Donald.
Me encantaría poder recordar el nombre de la radio que goza de tan despierto y agudo equipo de producción.

domingo, 22 de abril de 2012

Ir al Cine Under False Pretenses


Yo volví de vacaciones con lo que eso implica. Haber pasado 10 días en un paraje costero me borró por completo de las actividades propias de quienes se quedaron en la ciudad. Entonces, siendo bienvenida en Azara, templo del cualquierismo si los hubo, por Lau y Paz, pasaron a anunciarme todo lo que yo me había perdido por haberme ido 10 días a la costa. Imagínense un coro de tragedia griega, anunciando con alegría y ansiedad, casi en simultáneo – en estéreo- y en perfecta coordinación las siguientes apreciaciones:
-         ¡Hay que ir a ver una película nueva!
-         ¡Del lejano Oeste!
-         ¡Es de unos cowboys!
-         ¡Que son gays!
-         ¡Y se aman!
-         ¡Y son lindos!
Yo acaté e internalice todos estos datos. Perfectamente. Iríamos a ver el filme. A la
premiere en los Village Recoleta. Y en mi mente yo creé la imagen de unos cowboys afeminados, vestidos con flecos y lentejuelas, teniendo desopilantes aventuras en el lejano y polvoriento Oeste, sin que se les ensucie la ropa o se les arruine el peinado.
            Subiendo la escalera mecánica, las chicas me señalaron el poster de la película que íbamos a ver. Quiero aclarar algo. Si a mí Laura o Paz expresan un juicio de valor, yo,  indefectiblemente, lo voy a acatar como la verdad suprema y no voy a molestarme en revisar si ese juicio o información es correcta. Creo en ellas y en su sapiencia ciegamente. Veo el poster. Un Heath Ledger cariacontecido de costado, evitando hacer contacto visual con el otro actorcillo de apellido nórdico.
-         Qué serio que es el poster, para ser una comedia. – Dije, con calma.
Me miraron azoradas.
            No sólo jamás comprendieron por qué mecanismo psicológico yo creé una imagen tan desapegada de la realidad a partir de sus palabras, si no que trataron desesperadamente de hacerme entender que no iba a ser una película liviana, más bien, todo lo contrario.
            Éramos las únicas personas heterosexuales en la sala, y lloramos tanto o más. Una excelente película, una historia desgarradora que, por suerte, no fue comedia.

El Cassette- Un Formato Noble


El cassette, del francés, “cajita”,  es un objeto a mi entender no solo físicamente bello, sino también noble.
 
A  ver si me explico un poco mejor. Una noche de invierno durmiendo espontáneamente en casa de mi amiga Kari, sí en SU casa - Kari fue la primera que se mudó sola, entonces quedarse a dormir a su casa implicaba, sencillamente, dormirse-  me desperté con tos. Esa tos que no se pude controlar,  que te deja apenas segundos entre ataque y ataque.
Como estábamos durmiendo Kari, Lau y yo, me fui del cuarto para no despertarlas. Al ratito apareció Kari con una oferta muy conveniente ¿querés un té? Si, claro,  respondí.
Ese té consumido alrededor de las 4 de la mañana nos hizo hablar de muchas cosas, nada profundo ni existencial, no hablamos de cómo la vida no significa nada, ni de cómo una madre puede volverte loca, ni de cómo ni por qué los sujetos definitivamente no piensan bien;  hablamos de los cassettes.

Kari tiene una colección de cassettes realmente admirable. Fue de esas personas que cuidadosamente grababan las ahora llamadas “mix tapes” de la radio, tarea trabajosa y que ponía a prueba la paciencia de cualquiera. Había que quedarse pegada al minicomponente o grabador familiar, buscando una por una las canciones que querías incluir en tu  cassette y después había que ser lo suficientemente hábil para apretar REC y PLAY al mismo tiempo, evitando en lo posible incluir la voz de la locutora (en general “una estúpida”) y este juicio provenía masivamente de púberes de 11 o 12 años, lo cual es preocupante. Pero bueno, volviendo al tema, Kari tenía un don para eso y así lo atestiguan sus decenas de cassttes grabados de la radio.
 
Yo en cambio nunca fui buena grabando cassettes de hecho solo grabé uno en toda mi vida.  No era buena porque tengo una hermana mayor. Mi hermana sí que era buena en la tarea así que no,  no me pareció intentar competir o disputar con mi hermana el minicomponente familiar para grabar mis propios cassettes.
 
Esa noche también discutimos sobre cómo era posible que un CD se raye y  ya no sirva o no se “lea” mientras  que un cassette sigue escuchándose hasta hoy. Otra cualidad propia del cassette era la manipulación; uno podía rebobinarlo con una bic, taparle los agujeritos con cinta y regrabarlo cuantas veces fuera necesario. Hasta se podía cortar la cinta y uno le hacía un nudito y seguía andando.

Conclusión, es un formato noble. A continuación un reconocimiento a aquellos cassettes importantes para mí:
  1. Rejugadísimos, Jugate Conmigo, el primer cassette que compré sola.
  2. Nevermind, Nirvana, era opaco, verde o algo así, apareció en casa sin cajita no sé de donde, pero lo puse en walkman y fue lo más.
  3. Foo Fighters, Foo Fighters, ese cassette fue siempre cassette, porque me lo grabó Kari de su cassette.
  4. MI única “mix tape”, lo grabé un sábado, y quedó horrible, pero el cassette era de esos lindos que eran transparentes y tenían colores flúo y le puse mi nombre con liquid paper.
  5. Heathen Chemistry , Oasis, me lo trajo Kari de su primer viaje a Inglaterra, el último cassette original que tengo.