domingo, 28 de octubre de 2012

Los Noventas no se Van

(Basado en hechos de la vida real)


-          Hola, Paz.
-          Qué hacías?
-          Nada, fisgoneando.
-          Sí, todo es fisgón. 
-    La aspiradora me succionó un repasador y casi me desmayo.
-          ¿Y qué pasó?
-          Tuve que desarmar el tubo.
-          Oh, qué horror.
-          Sí, sí lo es.
-          Yo hace rato hable con cierto sujeto cuyo más grande anhelo era ir de viaje por la latinoamericanidad toda. Me dijo que se va a Suecia y Finlandia. Fijate.
-          Ah, no… La gente desvaría. ¿Cuál es el problema con ser consistente?
-          No lo sé, Kari.
-          Yo no sé qué pasa con las personas. Uno sabe qué se le presenta, lo toma, lo usa para su satisfacción personal y se da cuenta de que al final todo lo que anunciaban era una vil mentira.
-          Claro. En cambio, los cassettes son el mejor e único ejemplo de como deberían ser las cosas. Vos leés la lámina adjunta, te anoticiás del contenido y lo escuchás sabiendo qué te espera. ¿Por qué la gente no puede ser así?
-          Porque la sociedad se volvió una cassettera desorganizada. Nadie tiene el rótulo correspondiente, hay gente sin caja por ahí. ¿Cómo hacés para saber qué te espera?
-          No hay chance, finalmente Sally Field tenía razón y la vida es en efecto como una caja de bombones, con el detalle que parece que compramos una muy mala, en la que solo vienen esos de cereza con licor y esa pasta simil banana que no sirve para nada, y uno continúa probando igual a ver si una UNA vez te toca el de dulce de leche por lo menos.
-          ¿Viste que volvió Luisa Albinoni al estrellato?
-          ¿Fuimos nosotras?
-          Todo indica que sí.
-          No nos cansamos de estar en lo cierto.
-          Hola, hola, Gladys?
-          Boluda, ¿Qué es eso?
-          ¡¿Se ligó?!
-          Qué noventoso…

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